Un robot que atrapa objetos al vuelo

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Atrapa objetos al vuelo. Primero, observa cómo lo hace un humano y tras varias repeticiones, aprende cómo hacerlo. Se trata de un brazo biónico de un metro y medio de longitud dotado de tres articulaciones y una sofisticada mano con cuatro dedos. Ha sido desarrollado en Suiza, en un laboratorio de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL por sus siglas en francés), con el objetivo de capturar objetos en movimiento de diferentes tamaños y formas.

El brazo biónico, capaz de capturar proyectiles de distintos tamaños en una fracción de segundo, ha sido desarrollado conjuntamente con el Centro Espacial Suizo de la Escuela Politécnica Federal de Lausana. Y es que una de sus aplicaciones potenciales, dicen sus creadores, es la de atrapar fragmentos de basura espacial. Restos de satélites, misiles u otros objetos que orbitan en el espacio cercano a la Tierra, y que como bien muestra una conocida y reciente película son potencialmente peligrosos.

Según explican los autores de este trabajo, para conseguir la deseada velocidad y adaptabilidad, se han inspirado en la manera en la que los seres humanos aprendemos: imitando una acción, ensayándola y equivocándonos. Denominan esta técnica programación por demostración (programming by demonstration, en inglés). En lugar de ofrecer instrucciones específicas al robot, se le muestran ejemplos de posibles trayectorias. De forma manual se va guiando el brazo y se repite el ejercicio varias veces.

Durante la primera fase de aprendizaje, los objetos eran lanzados varias veces en dirección al robot. A través de una serie de cámaras colocadas alrededor de él, el robot elabora un modelo basado en las trayectorias de los objetos, en su velocidad y en sus movimientos de rotación. Posteriormente, los científicos traducen toda esta información en una ecuación que permite a la plataforma colocarse rápidamente en la posición adecuada para calcular cómo se desplazará cada objeto. Una vez que el objeto es lanzado, el robot apenas dispone de unos milisegundos para determinar su trayectoria y poder atraparlo.

Las pruebas se realizaron utilizando cinco objetos distintos: una pelota, una botella vacía, una botella medio llena, un martillo y una raqueta de tenis. Cada uno de ellos suponía un reto distinto para el robot, pues la parte que tenía que agarrar (como el mango de la raqueta) no corresponde con su centro de gravedad. En el caso de la botella medio llena, explican, el centro de gravedad se mueve varias veces durante la trayectoria que recorre, lo que suponía un reto adicional para el robot.

Aude Billard, directora del laboratorio LASA (Learning Algorithms and Systems Laboratory) de la EPFL y autora principal de este trabajo, afirma que los robots están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana y son ya capaces de realizar diversas tareas. Sin embargo, subraya la necesidad de disponer de máquinas que no sólo sean capaces de reaccionar de manera inmediata según unas órdenes programadas, sino también de aprender y adaptarse a su entorno.